Critica sobre la escasez de agua

El tema del agua se ha exacerbado considerablemente, debido a los efectos ambientales que han disminuido los regímenes de lluvia a niveles insospechados tan solo hace unos años; este problema tiene dos efectos que se cruzan, pero que son diferentes. Por un lado, está el del agua potable y los acueductos y, por otro, el de la disminución de los caudales de las cuencas del país

Imagen: Archivo

El primer problema, el de los acueductos, ha sido de siempre y los culpables no hay que buscarlos muy lejos, son y han sido los alcaldes, gobernadores y demás políticos, negligentes o corruptos, que se han robado una y otra vez los dineros destinados a los acueductos y alcantarillados, con la complicidad de los gobiernos de turno, que entran en el juego del robo o que miran a otro lado permitiendo estas prácticas, siendo, ambos casos, corrupción despreciable. Me viene a la mente el acueducto de Aracataca, seguro que como este hay muchos de los que nada se ha oído, que lo iba a inaugurar el Presidente, pero no pudo porque no salió agua y luego se nos dijo tres o cuatro mentiras, el escándalo se calló y el agua no llegó.

Este tema nunca había irritado tanto a la gente alrededor del país, porque Colombia, bendecida con exceso de agua en casi toda su geografía, había permitido a la gente, aun sin agua potable ni acueducto, que funcionara permanentemente, solucionar, por fuera del Estado, sus necesidades de agua corriente.

El problema se desmadró cuando entró en el escenario la sequía que sufre el país, pues el esquema de acueductos dependientes de ríos con caudal suficiente y sin represas, colapsó.

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Y esto nos lleva al segundo problema, el de la escasez de agua y la falta de lluvias, que no tienen un culpable, claro. Oigo decir que las culpables de la reducción de los caudales de los ríos son las grandes empresas, como las petroleras en el Casanare, o las mineras en el Magdalena Medio, o las ganaderías en otras regiones, pero la verdad es más compleja, ya que los culpables somos todos por falta de educación ambiental y de respeto por el agua, al ser, como ya lo dije, un bien que siempre nos ha sobrado y seguro volverá a sobrar apenas lleguen las primeras lluvias, cuando dejaremos todo este tema, nuevamente, en el olvido.

Como ejemplo, en Santa Marta, el Magdalena, La Guajira y el Cesar, los caudales de los ríos de la Sierra, que proveen el agua en esta región, han disminuido constantemente por años, debido a la tala indiscriminada de las cuencas, llevado a cabo por todos los que en ellas habitan, indígenas, campesinos o empresarios que queman, una y otra vez, el bosque por ignorancia y falta de oportunidades unos, y por malas prácticas culturales los otros. Primero, sembraron coca, luego maíz y yuca, pero igual ahora cultivan café talando la montaña para sembrar otra promesa de riqueza, dejando peladas las laderas empinadas de la Sierra. Y esto se puede extrapolar a toda Colombia.

Mientras no cuidemos el agua, reconociendo el problema como de todos, y que la recuperación de las cuencas es de largo plazo, no vamos a lograr menguar los efectos del cambio climático que ya está aquí y cada vez será más grave.

Critica por: Lucas Echeverri Robledo