Buenas noticias en el mercado laboral mexicano

BUENAS NOTICIAS

El mercado laboral mexicano está pasando sin duda por un buen momento. Después de que durante la pandemia la tasa de desocupación nacional escaló a niveles superiores a 5 por ciento, ahora se encuentra en solo 2.7 por ciento. Este es el nivel de desempleo más bajo desde que tenemos registros oficiales para esta variable, es decir, desde 2005 (ver gráfica anexa). Algo similar ocurre con la tasa de desocupación extendida, un concepto más amplio que incluye no solo a las personas desocupadas que están buscando activamente un empleo, sino que también incorpora a aquellas personas que no están buscando trabajo, pero que se encuentran disponibles para tomar uno.

El buen desempeño de estos indicadores laborales se ha reflejado en ambos géneros y a lo largo de todo el país. En el caso de las mujeres, la tasa de desocupación cerró en octubre en 2.6 por ciento, mientras que para los hombres fue de 2.8 por ciento. En los dos casos se trata de los niveles históricamente más bajos que hemos registrado desde que tenemos cifras comparables. En lo que se refiere a las entidades federativas, once de ellas tuvieron en octubre tasas de desocupación inferiores a 2 por ciento, mientras que otras doce tuvieron tasas de entre 2 y 3 por ciento. Solo nueve entidades mostraron tasas de desocupación superiores a 3 por ciento, aunque ninguna excedió 4.1 por ciento. Estos niveles de desocupación indican que las oportunidades de empleo no se concentran en regiones o estados, sino que están disponibles a todo lo largo y ancho del país.

Ahora bien, ¿qué explica este comportamiento tan favorable del mercado laboral en México? La respuesta recae, en mi opinión, en al menos tres factores.

Primero, en el mantenimiento de buenos fundamentos macroeconómicos que permitieron una recuperación sostenida de la economía en la etapa pospandemia. Así, mantener un bajo déficit público, un nivel de deuda a PIB moderado, una política monetaria prudente y oportuna, así como unas sanas cuentas con el exterior (un déficit en cuenta corriente moderado) y un tipo de cambio flexible, todo ello se combinó para permitir un ambiente propicio para la recuperación económica entre 2021 y 2023. En estos tres años, el PIB no solo logró recuperar la gran caída de 2020 (-8.7 por ciento), sino que ya para fines de 2022 se encontraba incluso por encima de su nivel previo a la pandemia.

El crecimiento robusto de estos tres años ha permitido incrementar de manera significativa el número de plazas laborales ocupadas. Así, el total de personas ocupadas en México pasó de 55.3 millones en el cuarto trimestre de 2019, a solo 44.7 millones en el segundo trimestre de 2020 (es decir, en el punto más bajo de la actividad económica durante la pandemia), y de ahí se ha recuperado hasta alcanzar 59.2 millones de personas ocupadas en el tercer trimestre de 2023. Esto implica que se han generado casi 4 millones de empleos en los últimos 4 años y 14.5 millones desde el punto más bajo de la pandemia. Un logro no menor bajo cualquier parámetro.

Un segundo factor está asociado a las características que ha asumido este robusto crecimiento en el país, lo que muy probablemente explica el alcance tan generalizado de los efectos observados en el mercado laboral. En este sentido, es crucial recordar que el componente de la demanda agregada, que ha sido el más robusto detrás del crecimiento observado entre 2021 y 2023, ha sido el del consumo privado. Este componente se ha sostenido con incrementos muy importantes en los ingresos de las personas y, sobre todo, de aquellas en la parte más baja de la distribución. Debe recordarse que las cifras recién publicadas de la Encuesta Nacional de Ingresos y Gastos de los Hogares 2022 mostraron un crecimiento muy notable en el ingreso de los hogares en los primeros deciles de la distribución. Este incremento en el ingreso de los hogares no provino, como muchos suelen creer, de la recepción de remesas, las cuales representan una fracción muy pequeña del ingreso de esos hogares. El incremento provino, más bien, de un fortalecimiento de los ingresos laborales y de un incremento sustancial en el monto de las transferencias de programas gubernamentales recibidas por esos hogares.

Así, los factores que están detrás del crecimiento sostenido del consumo y, por tanto, del PIB, son dos políticas públicas clave: el aumento al salario mínimo en términos reales y el incremento en los recursos destinados a programas sociales. El alza en el salario mínimo ha contribuido a fortalecer los ingresos de los trabajadores de menores ingresos en las actividades formales y, sin duda, una parte de este efecto también ha beneficiado a un sector importante de los trabajadores informales de menores ingresos. De hecho, el aumento en los salarios e ingresos de este segmento de la población ha sido también un factor explicativo detrás de la reducción constante que se ha observado en la pobreza laboral en México. Este indicador mide la pobreza en los hogares mexicanos únicamente a partir de sus ingresos obtenidos mediante el trabajo, es decir, excluyendo otras fuentes como las remesas o las transferencias sociales.

Finalmente, un tercer factor que puede explicar el buen desempeño reciente del mercado laboral en México es de naturaleza externa. Noten que los factores antes descritos pueden explicar una normalización del mercado laboral en los últimos años; sin embargo, lo que estamos viendo es algo que va incluso más allá de la normalización: la tasa de desocupación en el país está, muy probablemente, en sus niveles más bajos en lo que va del siglo (ver gráfica). Esto parece indicar no solo un incremento en la actividad económica y en la generación de oportunidades laborales, sino incluso un cambio en el mercado laboral de carácter más estructural. Así, es posible que los nuevos tipos de empleo generados por lo que se conoce como la gig economy (y que otros han definido como la uberización del empleo), así como la ampliación del trabajo remoto en algunas áreas de la economía, estén contribuyendo a facilitar y a aumentar la empleabilidad de muchos trabajadores mexicanos, que quizá han encontrado en este tipo de trabajos una opción frente a otras oportunidades laborales más formales y rígidas.

En suma, una serie de factores internos y externos parecen estarse combinando para contribuir a un mercado laboral mexicano más robusto. Hacia delante, esperemos que esta situación no solo se traduzca en mayores oportunidades laborales, sino también en mejores condiciones, mayores salarios, más prestaciones y con horarios de trabajo menos extendidos.