Emiliano Zapata: el legado del «Caudillo del Sur» que «terminó» con una traición

A pesar de morir tras una traición, el legado de Emiliano Zapata trascendió en la historia y cultura de México

Emiliano Zapata, emblema de la historia de México. Foto: Mediateca INAH

Un día como hoy pero de 1919, Emiliano Zapata, uno de los máximos emblemas de la Revolución Mexicana, fue asesinado tras una traición que ha quedado enmarcada como una de las más viles y obscuras en la historia de México.

Es imposible pensar no sólo la Revolución Mexicana sino la historia de México sin la imagen y presencia de Emiliano Zapata, quien se ha convertido en un símbolo nacional e internacional de lucha social, derechos y resistencia. Todo se debe a su legado como el líder del Ejército Libertador del Sur.

El movimiento campesino encabezado por Emiliano Zapata, tenía como principales ideales la justicia social, libertad, igualdad, democracia social, respeto a las comunidades indígenas, campesinas y obreras.

El nacido en San Miguel Anenecuilco, Morelos, se quedó huérfano a los 16 años de edad, Emiliano creció en tierras dominadas por hacendados.

Cuando cumplió 30 años, se volvió dirigente agrario de Morelos, donde encontró documentos que estipulaban los derechos de propiedad de los pueblos sobre sus tierras, los cuales habían sido negados por las Leyes de Reforma y participa en reuniones celebradas en Villa de Ayala, que después se convertirían en el Plan de Ayala, que suponía una reforma agraria radical, “La tierra es de quien la trabajanarra el sitio web del Gobierno de México.

Si bien al proclamarse el Plan de San Luis, Zapata estaba con Francisco I. Madero, en 1911, el entonces presidente devolvió tierras de Morelos a antiguos hacendados, razón suficiente para que Zapata proclamará el Plan de Ayala acusando a Madero de traicionar los principios de lucha y causas campesinas. El Caudillo se levantó en armas bajo el lema de «La tierra es de quien la trabaja».

A pesar de sus diferencias con Madero, al instalarse bajo traición la dictadura de Victoriano Huerta, Zapata se unió con Francisco Villa y Venustiano Carranza para acabar con el «Chacal».

Tras derrotar a Huerta, se dio el encuentro revolucionario en la Ciudad de México, cuando el «Centauro del Norte» comió junto al «Caudillo del Sur» en el Palacio Nacional.

Pancho Villa y Emiliano Zapata en el Palacio Nacional. Foto: Mediateca INAH

¿Quién traicionó a Emiliano Zapata?

Con Villa derrotado por el ejército constitucionalista, Emiliano Zapato tuvo que enfrentar Carranza y Obregón por su cuenta, no obstante, ambos tenían un plan para vencer al caudillo sin el mayor contratiempo, «una emboscada», una traición.

Fue así que el 10 de abril de 1919, Zapata fue engañado por Jesús Guajardo militar constitucionalista que respondía a las órdenes de su general Pablo González.

Guajardo le hizo creer a Zapata que tenía sus diferencias con Venustiano Carranza, por lo que le propuso unirse a las filas zapatistas, además de ofrecerle armamento y municiones, pues el ejército zapatista comenzaba a sufrir los estragos de una guerra prolongada.

Así, en la Hacienda de Chinameca, Morelos, al cruzar el dintel, tiradores escondidos en las azoteas, abrieron fuego contra Zapata y su escolta de cien hombres.Narra el sitio web del Gobierno de México

Felipe Ávila, director de Investigación del Instituto Nacional de Estudios Históricos de las Revoluciones de México (INEHRM), explica que los constitucionalistas dieron una imagen negativa a Zapata, a quien calificaron de sanguinario e ignorante.

Cadáver de Emiliano Zapata tras ser abatido tras la traición de Guajardo. Foto: Mediateca INAH

La imagen icónica y positiva que creció después de la muerte del agrarista hasta convertirlo en un mito, tuvo una historia negra durante su vida, cuando especialmente entre su lucha de 1911 a 1919, el gobierno y sus opositores propagaron la imagen de un Zapata cruel, sanguinario, ignorante, asociado con un alacrán y con Atila (de ahí el apodo el Atila del sur),explica Ávila

Además, el académico explicó que, al terminar las fases de lucha armada, los gobiernos posrevolucionarios construyeron y propagaron este movimiento en la historia oficial del país. Creando un mito y estableciendo a la Revolución Mexicana como uno de los tres grandes momentos de fundación de la nación.