Recrean el mito de La Carambada en “La asesina de Juárez”

En su novela La asesina de Juárez, Mónica Hernández parte de la fantasía popular para mostrar los claroscuros de la historia

Foto: Aracely Martínez / Ovaciones

Cuentan que era una bella mujer que, por azares del destino, terminó por convertirse en bandolera de caminos; también cuentan que logró estar muy cerca de las altas esferas del poder en la época del imperio de Maximiliano de Habsburgo y del gobierno de Benito Juárez, a quien ella mató, según los pocos corridos que existen, vertiendo veneno en su copa. Nadie puede asegurar cuál era su nombre o si existió siquiera, pero la leyenda de “La Carambada” sigue ahí.

Con esta historia como argumento, la escritora Mónica Hernández vuelve a la creación de novela histórica con su tercer libro, La asesina de Juárez, que si bien parte de la ficción y la fantasía popular, muestra los claroscuros de la historia, los cuales contrastan con la versión oficial.

“Siempre se ha dicho que había muchos interesados en que Juárez muriera porque se estaba perpetuando en el poder. No se sabe mucho, pero él fue el primero en sobornar gobernadores, embarazó urnas y hasta logró que los muertos votaran. Esto es algo que contrasta con la imagen pura y hasta ingenua que se tiene del pastorcito que llegó a ser presidente.

“Pero lo cierto es que en Querétaro existe la leyenda de esta mujer que era una especie de Robin Hood, que cuando vencía a hombres les mostraba el pecho para enseñarles que era una mujer. Esto lo que nos dice es que a los mexicanos nos encantan las historias no oficiales, en dos sentidos, el de los finales alternos, pero también en que alimenta una necesidad por saber el chisme”, comenta la autora en entrevista con El Sol de México.

MUJER QUE NO SE VICTIMIZA

Con una amplia oportunidad de crear un personaje a su gusto, la autora comenta que, así como ha sido en sus novelas pasadas, Las perlas malditas del almirante (2020) y La cofradía de las viudas (2022), en esta obra recrea a una “mujer que no se victimiza”, que es capaz de cometer un magnicidio en búsqueda de la venganza, la cual fue el asesinato de su novio, quien pudo haber sustituido el cuerpo de Maximiliano de Habsburgo, personaje que también está rodeado de leyendas, entre ellas que no fue fusilado.

“Lo que hice con este personaje fue una mujer muy adaptable, resiliente se le diría ahora. Que vive primero en una cueva y le toca ver y vivir horrores, abusos que desde ese entonces ya estaban normalizados; pero que logra entrar hasta la corte. Por supuesto tuve que tomar de todas las versiones de la leyenda, aquellas que me permitieran contar y justificar su transición, entre ellas que era una mujer rubia de ojos claros, pero que las indagaciones históricas sugieren su posibilidad, como fue el caso de los niños perdidos, que fueron producto de un mestizaje involuntario”, explica la escritora.

La también comunicadora reconoce que el hecho de que su historia parte de una leyenda, no quita que el trabajo de revisión histórica fue muy arduo, e incluyó la consulta de bibliografía especializada y la visita a lugares históricos.

“El siglo XIX tiene mucha información disponible, está tan documentado, que como escritora una tiene que evitar cometer el menor número de deslices posibles y hay que mentir de la manera más atinada posible. Hay que reconocer que un novelista siempre miente, pero hay que hilar muy finamente la mentira para que sea creíble, por eso es que leí muchos periódicos y libros de archivo y de época, además de otras novelas históricas que me ayudaron a ambientar la época”, finaliza.