Dante reina en su feudo y nadie levanta la voz

DANTE

En Movimiento Ciudadano (MC) militan personas capaces y, digamos, hasta decentes, no formulada esta apreciación a partir de los bajísimos estándares que priman en nuestra vida pública sino en buena lid, o sea, sin relativizarla y con la debida objetividad.

Pues bien, ¿cómo sobrellevan entonces el caudillismo de Dante Delgado, líder máximo e incontestable de la agrupación? Y, sobre todo, ¿qué malabares practican para digerir el abierto maridaje de la cúpula partidista con Morena?

¿Son, en el fondo, morenistas de clóset o, de plano, partidarios abiertos de doña 4T?

En lo que toca a otro de los personajes de relumbrón en las filas naranjas, hay que decir que la preeminencia del muchachito delirante viene siendo también una suerte de reto personal para aquellos integrantes del movimiento a quienes les suponemos luces y una mínima honorabilidad.

Porque, qué caray, no se trata siquiera de un frívolo insolente y vanidoso aupado incomprensiblemente al más alto cargo en una importantísima entidad federativa de este país. No, ya no es eso. El sujeto es un golpeador, perfectamente dispuesto a mandar a una turba para que tome por asalto el Congreso donde se sesiona para elegir a su reemplazante temporal. Y, una vez concluido el procedimiento, igualmente decidido a pasar por encima de la legalidad recurriendo a la fuerza pública para desconocer a un gobernador interino perfectamente legítimo.

¿Estos modos son el sello de la casa, señores portadores de la camiseta de MC, o es como en las buenas familias, que de pronto se aparece por ahí el tío violador, el hermano ladrón, la nuera rapaz o el padre adúltero?

No les funcionó el numerito de investir a un saboteador a modo para restarle votos a la candidata que se va a enfrentar al aparato gubernamental en las próximas elecciones. El tipo parecía que iba por su cuenta en un primer momento pero muy pronto encontró acomodo bajo la sombra de nuestro supremo tlatoani y se cuidó muy bien, en su fugaz ascensión hasta las alturas de las encuestas trucadas, de criticar al oficialismo.

Pretendía cosechar los votos de las clases medias, dicen, a punta de publicaciones en las redes sociales y de propagandas que, como siempre, no sabemos quién las financió.

Su estrella, sin embargo, se apagó muy pronto porque el emergente que brincó al ruedo en su comarca no era de la misma cofradía y hubieran podido brotar a la superficie, al agitar un poco las aguas, algunas irregularidades ya detectadas por la Auditoría Superior del Estado.

No sabemos qué tan cuantiosos sean los posibles desvíos pero el hecho de que el aspirante presidencial renunciara fulminantemente a sus desmesuradas ambiciones por no tener a alguien que le cuidara las espaldas nos lleva a sospechar que el asunto es muy peliagudo.

En fin, así están las cosas en el feudo de Dante Delgado: el hombre tiene las riendas tan bien sujetadas que, miren, hasta los que parecían más estimables se han quedado calladitos y en su rincón.