Del silencio

El silencio tiene historia. Alain Corbin escribió un bello texto sobre el tema ( Historia del silencio, Acantilado, Barcelona 2019). La premisa, acertada, es que el silencio no es simplemente la ausencia de ruido. Esto abre múltiples posibilidades.

El silencio, muchas veces, es palabra que compite con la que se profiere oralmente, afirma Corbin. El silencio, pues, habla también. Lo no dicho puede ser tan contundente, o aun más, que lo dicho.

El argumento se apoya en distintos pensadores para plantear el carácter histórico del silencio. Recojo algunas referencias pertinentes.

Los Beneficios del Silencio

La palabra que nace del silencio, según Max Picard, sucumbe cuando deja de estar en relación con el silencio, cuando sale de él. El silencio es una forma de rehabilitar el lenguaje. Hay que pasar por el silencio para poseer de nuevo las palabras como señaló Henry David Thoreau. Así, cuando no hay silencios las palabras acumuladas van perdiendo sentido irremediablemente.

El maestro Chan Lien hizo que su alumno escuchara sonidos muy sutiles: el viento en las ramas, el pincel en la seda, la orina de un niño en los ladrillos; al terminar le dijo: Hoy he escuchado demasiado, “voy a lavarme los oídos en el silencio”.

Maurice Blanchot asienta: “El silencio. Sólo él tiene la última palabra. Sólo él encierra el sentido desparramado a través de las palabras”.

El silencio, muchas veces, es palabra que compite con la que se profiere oralmente, afirma Corbin. El silencio, pues, habla también. Lo no dicho puede ser tan contundente, o aun más, que lo dicho.

El argumento se apoya en distintos pensadores para plantear el carácter histórico del silencio. Recojo algunas referencias pertinentes.

La palabra que nace del silencio, según Max Picard, sucumbe cuando deja de estar en relación con el silencio, cuando sale de él. El silencio es una forma de rehabilitar el lenguaje. Hay que pasar por el silencio para poseer de nuevo las palabras como señaló Henry David Thoreau. Así, cuando no hay silencios las palabras acumuladas van perdiendo sentido irremediablemente.

El maestro Chan Lien hizo que su alumno escuchara sonidos muy sutiles: el viento en las ramas, el pincel en la seda, la orina de un niño en los ladrillos; al terminar le dijo: Hoy he escuchado demasiado, “voy a lavarme los oídos en el silencio”.

Maurice Blanchot asienta: “El silencio. Sólo él tiene la última palabra. Sólo él encierra el sentido desparramado a través de las palabras”.