La mejor lucha por el plomo sumergido
Un instructor de buceo se inventó en 1954 el hockey subacuático ante la imposibilidad de salir los meses de invierno a mar abierto
Dos equipos de seis jugadores se disputan, en el fondo de una piscina, un disco de plomo que pesa entre 1,3 y 1,5 kg y que debe ser empujado hasta la portería rival
Como muchos deportes que nacieron un día de lluvia porque no se podían practicar en exterior, el hockey subacuático surgió en 1954 en Inglaterra cuando un instructor de buceo y sus pupilos no pudieron salir los meses de invierno a mar abierto. Para mantener a sus alumnos activos ideó un juego: el hockey subacuático. Se trata de empujar un disco de plomo que pesa entre 1,3 y 1,5 kg. recubierto de plástico para evitar una fricción excesiva con el fondo de la piscina donde descansa, a la espera de que los jugadores, seis por cada equipo (y cuatro de recambio), lo empujen hasta la portería contraria.
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Los participantes se sumergen provistos de unas gafas de buceo, unas aletas, un tubo, un guante por si hay golpes y un palo que ellos mismos han diseñado pero que debe medir máximo 35 cm. por 10 de ancho. Al principio, se jugaba sin tubos y había que aguantar la respiración pero, desde hace unos años, se han incorporado los tubos con válvula para facilitar la toma de aire al salir a la superficie.
Los juegos constan de dos tiempos de 10 a 15 minutos (20 en los Mundiales). Dos árbitros (en los Mundiales tres) se encargan de sancionar si se usa el palo contra alguien, si se bloquea el disco con algo que no sea el palo o se bloquea a los oponentes con el cuerpo.
Bajo el paraguas de la CMAS, la Confederación Mundial de Actividades Subacuáticas, se disputan campeonatos cada dos años alternos con los mundiales, desde 1980, donde los neozelandeses son los vigentes campeones.
Se requiere una buena condición física pulmonar, resistencia muscular apta para la natación y una excelente coordinación ojo-mano. Por cierto, el primer nombre que le dieron fue ‘Octopush’, ya que lo disputaban ocho jugadores por equipo y había que ‘empujar’ el disco al que llamaban ‘sepia’ o ‘octopus’,
