Los peligros de la ser autoexigente y perfeccionista en tu trabajo

Si bien el perfeccionismo y la autoexigencia pueden ser cualidades que impulsen el rendimiento individual, su exceso puede tener efectos adversos significativos tanto para los trabajadores como para las organizaciones

Aunque se trata de rasgos muy bien valorados por las empresas es recomendable mantenerlos en niveles que no afecten la salud mental del trabajador Créditos: Pixabay

En el competitivo mundo laboral actual, la búsqueda de la excelencia y la autoexigencia son valores altamente apreciados en los empleados. Sin embargo, detrás de estas cualidades en apariencia positivas, se esconden efectos adversos tanto para los individuos como para las organizaciones que los emplean.

El perfeccionismo, definido como la búsqueda implacable de la perfección en cada tarea realizada, y la autoexigencia, que se manifiesta en estándares personales inalcanzables, son rasgos que pueden llevar a los trabajadores a esforzarse por lograr resultados sobresalientes. No obstante, cuando estos rasgos no se manejan adecuadamente, pueden desencadenar una serie de consecuencias negativas.

Según expertos en psicología organizacional, como Yunue Cárdenas, coordinadora del HUB de psicología de AfforHealth, el perfeccionismo mal gestionado puede resultar en altos niveles de estrés y ansiedad para los empleados. Esta presión constante por alcanzar estándares demasiado altos puede afectar tanto la salud física como mental de los individuos, llevándolos a experimentar agotamiento y disminución en su bienestar general.

Además, el perfeccionismo puede llevar a una ineficiencia en el trabajo. Los empleados perfeccionistas suelen invertir mucho tiempo revisando y mejorando su trabajo, lo que puede resultar en una incapacidad para cumplir con los plazos establecidos. Esto, a su vez, impacta directamente en la productividad y en la capacidad de la empresa para alcanzar sus objetivos de manera eficiente.

Cuando estos rasgos no se manejan adecuadamente, pueden desencadenar una serie de consecuencias negativas Créditos: Especial 

Por otro lado, la autoexigencia puede generar un clima laboral tenso y desmotivador. Los trabajadores que se imponen estándares muy elevados pueden sentirse constantemente frustrados y desanimados al no alcanzar sus propias expectativas, lo que puede derivar en una disminución de la autoestima y en una falta de satisfacción con el trabajo realizado.

Cultura de miedo y fracaso 

En términos organizacionales, un ambiente laboral dominado por el perfeccionismo puede fomentar una cultura de miedo al fracaso. Los empleados pueden volverse reacios a asumir riesgos y a proponer nuevas ideas, por temor a cometer errores que no sean tolerados por la empresa. Esto puede limitar seriamente la capacidad de innovación y creatividad dentro de la organización, aspectos cruciales para adaptarse y crecer en un mercado cada vez más competitivo.

Ante este panorama, es fundamental que tanto los empleados como las empresas reconozcan la importancia de encontrar un equilibrio saludable entre la búsqueda de la excelencia y el bienestar personal. Fomentar un ambiente de trabajo que valore el esfuerzo y la mejora continua, sin imponer estándares inalcanzables, puede ser clave para promover la salud mental y la eficiencia en el lugar de trabajo.

En conclusión, si bien el perfeccionismo y la autoexigencia pueden ser cualidades que impulsen el rendimiento individual, su exceso puede tener efectos adversos significativos tanto para los trabajadores como para las organizaciones. Gestionar adecuadamente estos rasgos es crucial para maximizar sus beneficios y minimizar sus costos, asegurando un ambiente laboral saludable y productivo para todos los involucrados.

Este tipo de ambiente no solo afecta a los individuos, sino que también puede socavar el espíritu de equipo y la creatividad colectiva, elementos esenciales para la innovación y el crecimiento organizacional.

Las empresas deben encontrar un equilibrio entre fomentar la excelencia y la mejora continua, y asegurarse de que sus empleados no se vean consumidos por la presión del perfeccionismo.

Si bien el perfeccionismo y la autoexigencia pueden ser cualidades valiosas en el contexto laboral, es crucial que tanto los empleados como las organizaciones reconozcan los límites y busquen formas saludables de manejar estas características. Solo así se podrá aprovechar su potencial positivo sin incurrir en los costos negativos que pueden derivarse de su exceso.

Por lo anterior, algunos consejos de Yunue Cárdenas para que el perfeccionismo y autoexigencia no afecten la productividad de la empresa son los siguientes: 

  • Establecer metas realistas: para que el perfeccionismo sea un activo y no una carga, las empresas deben establecer metas realistas y objetivos  alcanzables y medibles.
  • Proporcionar herramientas para gestionar el estrés: la autoexigencia y el perfeccionismo suelen conducir a niveles elevados de estrés que no solo afecta la salud mental del colaborador, sino que puede perjudicar la dinámica del equipo y la productividad de la empresa.
  • Fomentar una cultura del aprendizaje: el que los colaboradores solo se enfoquen en el resultado puede impedirles experimentar con nuevas ideas o métodos por temor a cometer errores. Una cultura del aprendizaje enfatiza el valor del crecimiento y la mejora continua y  ayuda a los empleados a ver los errores como oportunidades