El espejo de EFE

Nuestra agencia cumple 85 años y tiene un compromiso doble: ser voz de referencia en América Latina y su altavoz a través de la lengua española, una colmena de casi 600 millones de habitantes 

Observen la fotografía. Tiene 85 años. Dos camarógrafos filman por encima de la multitud. Un fotógrafo los capta mientras ellos toman su propio plano, en el que, seguramente, saldrá el fotógrafo. Como en Las Meninas de Velázquez, es una combinación de miradas, un juego de espejos. ¿Dónde están y por qué?

La instantánea es una de las primeras obtenidas oficialmente por un profesional de EFE y forma parte del inmenso archivo grafico de la Agencia. El fotoperiodista está esperando, junto a sus colegas, la entrada de las tropas del general Franco en el corazón de Barcelona. Es el 27 de enero de 1939, la Guerra Civil estaba acabando.

Solo tres semanas antes, el 3 de enero, EFE había sido creada en Burgos por el gobierno de los generales sublevados contra la República. Aquella foto retrataba la expectación popular por el final de la contienda. Como un espejo de la época, la cámara captó lo que veía en esa fría mañana: una masa entusiasta, un ejército triunfal y el comienzo de una dictadura.

Es la gran paradoja de EFE. Nuestra agencia, que cumple 85 años de vida, se concibió como un arma de combate y propaganda. Hoy, en cambio, es una garantía de libertad.

Durante este tiempo, EFE ha realizado la misma trayectoria que la sociedad española en su conjunto y que la mayoría de las latinoamericanas a las que sirve.

En España se ha pasado del totalitarismo más brutal a la actual democracia fragmentada y digital del siglo XXI. En Latinoamérica, de las juntas militares o los gobiernos de partido único, a los complejos sistemas pluripartidistas, representantes de las aspiraciones de justicia e igualdad de sus pueblos, amenazadas ora por el narco, ora por la guerrilla, ora por los populismos que parasitan las propias democracias. Sea lo que fuere, EFE siempre está para contarlo.

El tránsito entre unos tiempos y otros resulta fundamental para comprender lo que hoy es esta Agencia. La presidencia de una de sus leyendas, el periodista Luis María Anson, determinó entre 1976 y 1983 la gran expansión de EFE, pero fue antes cuando se extendió por la comunidad americana.

En 1966, abrió en Buenos Aires su primera sede en Latinoamérica. Enseguida le sucedió la oficina de México. En 1967, EFE contaba ya con siete delegaciones más en Hispanoamérica. Y en 1969 se constituyó Bogotá, hoy, una de las más importantes de este gigante de las noticias.

Ese crecimiento se gestó con rapidez y orientado no solo a aumentar la capacidad de elaborar información, sino a asumir un compromiso doble: ser voz de referencia en América Latina y altavoz de América Latina en el mundo. Un instrumento común lo ha hecho posible: la lengua española, el espíritu de una colmena habitada por casi 600 millones de personas.

El espejo de EFE es hoy un caleidoscopio con unas reglas transparentes establecidas en su código ético. Su Estatuto dice que es una empresa informativa pública, que carece de línea ideológica y no transmite opiniones propias, sino noticias basadas en la veracidad de los hechos, la consulta de todas las fuentes y el rechazo de toda manipulación. Simple y llanamente, noticias. Eso es EFE, un espejo limpio en el que se ven los pueblos de ambos lados del océano. Con esa mirada, celebremos los primeros 85 años de esta casa común de la información veraz y la democracia.