El reto de enseñar a leer y escribir

La experiencia escolar debe no solo asegurar que los estudiantes adquieran habilidades de lectura y escritura, sino también fomentar el desarrollo del pensamiento crítico.

UNICEF México / Mauricio Ramos

La lectura es fundamental para cualquier ciudadano en la sociedad, según lo expresó la lingüista y profesora Florencia Salvarezza en una reciente entrevista. “El sistema educativo no puede excusarse o justificarse en la pobreza para explicar sus deficiencias”, critica al referirse a un seudoprogresismo que ha llevado a priorizar métodos anticuados, a pesar de 20 años de investigaciones que demuestran la importancia de enseñar las letras y sus sonidos. Al finalizar el primer grado, los niños deberían ser capaces de leer al menos 40 palabras por minuto, escribir sin errores de omisión o sustitución de letras, y comprender lo que leen, sostiene. Sin embargo, actualmente, el 46% de los estudiantes de tercer grado no alcanza los niveles básicos de lectura.

Ana María Borzano, otra destacada especialista, es igualmente contundente: “Hace 30 años que se dejó de enseñar a leer y a escribir”, señala al referirse también al cambio de metodologías. El llamado método global psicogenético que se utiliza en Argentina ha sido prácticamente descartado en otras partes del mundo. En sistemas alfabéticos como el nuestro, a diferencia de los basados en ideogramas como el chino, las letras representan sonidos, y el método fonético enseña esas correspondencias, en contraposición al método global que espera que el niño memorice palabras completas. Está ampliamente demostrado que este último método retrasa el aprendizaje. Ya no hay debates al respecto, las investigaciones son concluyentes. En el ámbito internacional, se trabaja desarrollando la conciencia fonológica, promoviendo el juego con sonidos desde el nivel preescolar. Además, se ha comprobado que los niños que aprenden a escribir en cursiva, en lugar de en letra de imprenta, redactan textos de mejor calidad, lo hacen más rápido y con mejor ortografía.

Ambas especialistas critican la ideología subyacente en la teoría dominante que sostiene que enseñar a los niños limita su capacidad de descubrir por sí mismos.

Cuando se forma adecuadamente a los docentes con verdadera vocación, proporcionándoles recursos y herramientas, y eliminando las interferencias de ciertos líderes sindicales que solo buscan su propio beneficio, el compromiso de los educadores se hace evidente. El cambio llegará de su mano. Por eso es urgente capacitarlos en una metodología completamente distinta a la que se utiliza actualmente. Que la alfabetización siga las pautas establecidas por la evidencia científica depende en gran medida de decisiones políticas.

Recientemente, el presidente Javier Milei lanzó desde San Juan un plan nacional de alfabetización. Su propuesta busca coordinar esfuerzos entre los gobiernos nacional y provinciales, así como la sociedad, y aumentar los recursos disponibles, ofreciendo incentivos para que los mejores docentes trabajen en las escuelas con los peores resultados. El presidente recordó que Argentina fue uno de los primeros países en erradicar el analfabetismo y destacó la figura de Domingo Faustino Sarmiento. Milei subrayó que evaluar no es estigmatizar: “Evaluar es la mejor herramienta”, afirmó. La formación docente es el primer paso para implementar evaluaciones más frecuentes y en etapas tempranas, no a partir de sexto grado cuando ya es demasiado tarde, sino desde tercero.

“No vamos a tolerar el analfabetismo porque es lo que nos ha llevado a esta situación”, afirmó Milei, reiterando su comparación hecha en el discurso de asunción, donde sostuvo que el analfabetismo en la educación es equivalente a lo que la inflación representa para la economía.

Los objetivos del plan incluyen: “Asegurar que los estudiantes de tercer grado alcancen niveles adecuados de lectura y escritura; garantizar oportunidades equitativas de alfabetización como herramienta clave para acelerar el aprendizaje en los estudiantes de cuarto grado en adelante; y desarrollar mecanismos de seguimiento y evaluación que permitan mejorar la calidad y equidad en la educación”. Un desafío de gran envergadura.

El Pacto de Mayo, firmado el pasado 9 de julio, también incorporó un punto sobre educación y alfabetización, un aspecto que había sido peligrosamente omitido en los borradores anteriores del acuerdo.

La reducción en la tasa de nacimientos llevará a una disminución en el número de estudiantes que ingresarán al sistema educativo en los próximos años. Si se implementan las políticas adecuadas, esto podría convertirse en una oportunidad para fortalecer los procesos de aprendizaje. Apuntamos a mucho más que una alfabetización básica que solo permita leer y escribir. Nuestra meta es fomentar una dinámica intelectual más compleja, donde el paso por la escuela asegure la formación de un pensamiento crítico, independiente y libre, que impulse la construcción del país que soñamos. Sin educación, no hay futuro.