Isaac Hernández en la portada de Vogue: El bailarín mexicano que vive con pasión, tanto dentro como fuera del escenario.

Hablar de ballet sin mencionar a Nureyev o Baryshnikov solía ser impensable. En 2024, el apellido Hernández se suma a esta prestigiosa lista. Así es como el mexicano sigue avanzando con grandes pasos hacia el éxito.

Fotografiado por SeoJu Park, Vogue, Septiembre 2024.

Isaac Hernández se conecta desde Nueva York, a más de 3,382 kilómetros, justo después de un ensayo con el American Ballet Theatre, donde se prepara para su debut este otoño como primer bailarín en La Bayadère. A través de Zoom, se puede percibir el ajetreo del estudio, con bailarines que van y vienen a sus espaldas. Una mujer interrumpe brevemente, mostrando lo familiar que es entre el equipo. En los ojos de Isaac se refleja el cansancio que solo aquellos que han pasado horas en una sala de baile comprenderían: el sudor que empaña la visión, las ampollas que sangran, y los pies que se niegan a seguir saltando.

Sin embargo, más allá de la resistencia física, lo que realmente pone a prueba a un bailarín es la fuerza mental. Isaac habla sobre esa lucha constante que enfrenta, donde el progreso no solo se mide en saltos, sino en la capacidad de romper sus propios límites. «Te pones ciertos parámetros, pero también tienes la responsabilidad de romperlos para avanzar», explica. Esta lucha no solo ocurre en el salón de baile, sino también en su vida cotidiana. «Hay días en que simplemente terminar la clase o completar la barra ya es un logro, porque todo parecía estar en mi contra: mi cuerpo y mi mente», confiesa.

Mientras que muchos niños empiezan en el ballet porque sus padres buscan inculcarles ritmo y gracia, la introducción de Isaac Hernández a la danza fue diferente. «No sabía que mis padres eran artistas hasta que tuve alrededor de ocho años», comenta. En su hogar, sus hermanos siempre tomaban clases de ballet, pero también practicaban artes marciales y estudiaban piano y guitarra. La verdadera conexión de Isaac con el ballet surgió cuando su padre le mostró un libro con su trabajo como bailarín y le ofreció enseñarle. Su padre se convirtió en su primer maestro, lo que generó una relación interesante entre profesor y padre.

Fotografiado por SeoJu Park, Vogue, Septiembre 2024.

Isaac reflexiona sobre la importancia de estar rodeado de personas que entienden tus capacidades y limitaciones, especialmente en los años formativos, cuando aún no tienes la madurez suficiente para comprender tus propios límites. Es crucial contar con alguien que te impulse en esos momentos. «El mayor desafío es que el cuerpo y la mente de los estudiantes cambian constantemente, lo que hace imposible aplicar un único método y esperar siempre los mismos resultados». Hernández también menciona que este es uno de los problemas más grandes en México, donde muchos estudiantes abandonan después de ocho años debido a ciertos enfoques pedagógicos.

En realidad, fue el ballet quien terminó eligiendo a Isaac Hernández. «Al principio, lo tomaba como una actividad complementaria, sin pensar en hacerlo una carrera», recuerda. Su interés inicial era ser karateca y competir en Taekwondo. De hecho, no le iba muy bien en el ballet al principio. «Mi maestro de artes marciales me sugería que lo dejara, pero fue mi papá quien me convenció de que el ballet podía ser la base de todo», explica. Y tenía razón. Estar en contacto con el arte desde pequeño moldeó el resto de su vida.

Isaac reconoce que el ballet es una de las disciplinas más rigurosas y exigentes. «Mis padres nos inculcaron esta práctica porque querían que aprendiéramos la importancia del compromiso y la disciplina, incluso si no lo veíamos como una carrera». En esa estructura estricta, un joven Isaac encontró su libertad. A los 12 años, ya estaba completamente enamorado del ballet. Con el tiempo, los escenarios más importantes del mundo lo recibirían con los brazos abiertos. Hoy en día, si buscas en Google «¿Quién es el mejor bailarín de ballet de México?», solo hay una respuesta: Isaac Hernández.

Desde pequeño, Isaac Hernández estuvo rodeado de diferentes formas de arte, y eso se nota cuando está en el escenario. «El arte me enseñó valores que puedo aplicar en cualquier profesión», comenta. Además, asegura que le permitió entender que es importante conectar las emociones con el trabajo desde el principio. A lo largo de su carrera, Isaac ha roto estereotipos en un campo que inicialmente se percibe como femenino.

Fotografiado por SeoJu Park, Vogue, Septiembre 2024.

El ballet en México puede ser un reto, y Isaac menciona que en lugares como Cuba o Argentina, la danza forma parte de la cultura. Sin embargo, en México no es así, en parte por la falta de profesionalización y la percepción limitada del potencial de esta disciplina. A pesar de eso, Isaac ha alcanzado grandes logros, como ganar el premio Benois de la Danse en 2018.

En México, el ballet es visto como algo costoso, pero Isaac explica que esto se debe a la forma en que las academias han comercializado la danza, creando un mercado protegido por precios altos. Sin embargo, para él es importante devolver algo al ballet, y por eso sus padres han abierto cinco escuelas gratuitas en Guadalajara, donde más de 600 niños reciben clases diarias de ballet sin costo. Isaac recuerda que el ballet siempre ha sido un arte popular, comenzando en las cortes y llegando a las calles, siendo una forma de entretenimiento accesible para todos.

El sueño de Isaac Hernández es que el arte sea accesible para todos. Él cree que, con más de 30 millones de jóvenes en México, el arte puede ser una herramienta poderosa para la movilidad social, ayudando a desarrollar pensamiento crítico y nuevas habilidades. Por esta razón, en 2014 fundó Soul Arts Productions, una productora que busca promover el talento mexicano y conectar a los mejores artistas del mundo.

Isaac sabía que en México se esperaba que la cultura y el ballet fueran gratuitos, pero él quería que el público valorara el trabajo a través del apoyo con la compra de boletos. Su proyecto Despertares®, que recientemente celebró 10 años en el Auditorio Nacional, ha logrado un gran impacto. Además, talleres como Creative Citizens® de Porsche, donde Isaac es embajador, han ayudado a jóvenes a iniciar carreras en diseño de vestuario y fotografía.

Isaac también ha decidido continuar aprendiendo, comenzando un programa en la Harvard Business School para deportistas de alto rendimiento y artistas. Aunque su pasión es bailar, siempre está desarrollando proyectos nuevos, inspirado por maestros como Guillaume Graffin, quien lo ayudó a descubrir su estilo y lo formó como bailarín principal.

Este otoño, Isaac Hernández debutará como primer bailarín en el American Ballet Theatre, interpretando el papel de Solor en La Bayadère, un rol que grandes figuras como Aldo Lotufo, Rudolf Nureyev y Laurent Hilaire han interpretado antes. Isaac comenta con entusiasmo que Laurent Hilaire, quien fue su maestro en Roma, es uno de sus bailarines favoritos. «Lo que voy a bailar en octubre es una de las mejores variaciones de este ballet», expresa con una sonrisa.



Para Isaac Hernández, más allá de la preparación física o estudiar personajes como Solor, lo que lo ha convertido en un mejor artista es darse permiso de vivir intensamente. Después de perder a su hermano en un accidente cuando tenía 15 años, Isaac comprendió lo rápido que puede cambiar todo. Desde entonces, vive con una profunda necesidad de aprovechar cada momento y de aprender. Se ha enamorado del teatro, la música y todo lo que implica crear experiencias para el público.

A través de la danza, Isaac ha encontrado una forma de expresar la pasión por la vida, comunicándose en un lenguaje universal que conecta a las personas. Para él, compartir experiencias es lo que une a la sociedad y da sentido a su arte.

En este reportaje: realización, Chino Castilla; grooming, Gustavo Bortolotti; asistentes de foto, Sergio Ortíz y Diego Carrasco; asistentes de moda, Elizabeth Munguía Redo y María Diez.