Opinion de si realmente si o no funcionan las elecciones

Nuestro voto vale igual que el de cualquier otro ciudadano y entendemos que, aunque no es una manera perfecta de tomar decisiones, es quizás la mejor en el sentido que todos pueden expresar su opinión.

¿Funcionan las elecciones?
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Dice la Wikipedia que la «Democracia es una forma de organización social que atribuye la titularidad del poder al conjunto de la sociedad. En sentido estricto, la democracia es una forma de organización del Estado en la cual las decisiones colectivas son adoptadas por el pueblo mediante mecanismos de participación directa o indirecta que confieren legitimidad a sus representantes. En sentido amplio, democracia es una forma de convivencia social en la que los miembros son libres e iguales y las relaciones sociales se establecen de acuerdo a mecanismos contractuales.»

Y aunque suene esto una definición compleja, todos entendemos el mecanismo de la democracia cuando vamos a votar. Nuestro voto vale igual que el de cualquier otro ciudadano y entendemos que, aunque no es una manera perfecta de tomar decisiones, es quizás la mejor en el sentido que todos pueden expresar su opinión y vía el conteo de votos, podemos decidir sobre el tema que sea.

Sin embargo, ¿es así? Podemos pensar que el permitir que todos voten es la mejor manera de hallar la solución a un problema, o decidir quién nos gobernará. ¿Cómo podríamos poner a prueba las virtudes de la democracia? ¿Qué experimento puede hacerse para mostrar sus bondades e incluso sus defectos? No parece fácil hallar un escenario para tratar de probar este tipo de hipótesis, pero he aquí que hace unos años, en la Facultad de Ciencias de la UNAM, se presentó Garry Kasparov, quizás el mejor ajedrecista de todos los tiempos. Kasparov no solamente dominó la escena del ajedrez por más de 20 años, sino que nos ha dejado un legado de más de 40 libros (y no parece aún detenerse en esto), desde los clásicos de aperturas hasta su obra maestra, «Mis Grandes Predecesores». Ahora ya están impresas dos partes de la trilogía de su autobiografía «Kasparov on Kasparov» y aunque solamente he leído el primer tomo, es francamente sensacional. Es uno de mis libros favoritos.

Garry Kasparov en la UNAM, por el aniversario 75 de la Facultad de Ciencias, jugó una partida contra 400 jugadores (prácticamente todos miembros de dicha escuela, profesores, alumnos, personal administrativo). Para que el excampeón del mundo jugase contra tantos, el mecanismo que se eligió fue el siguiente: a través de un dispositivo de votación electrónico, los aficionados tenían que votar por una jugada de tres posibles, que se mostraban en las pantallas gigantes, que eran elegidas -presumiblemente- por maestros de ajedrez o quizás una computadora, (no lo sé de cierto). La jugada -de las opciones dadas- con más votos era la que se hacía contra el gran jugador.

Kasparov venció con aparente facilidad a sus 400 rivales, porque probablemente de este número de jugadores entusiastas, no más del 10% juega al ajedrez en torneos y tiene una fuerza de digamos unos 2000 puntos de rating (primera fuerza). Es seguro que la mayoría juegue de manera lírica, sin haber leído libros, sin conocer los fundamentos del ajedrez, que sean jugadores eventuales. Por ende, las votaciones no hacen que la jugada elegida sea la mejor. En la diversidad de opiniones que pueda haber, si por ejemplo, pusiésemos a 10 grandes maestros a elegir por votación la jugada a hacer de tres posibles, es muy probable que Kasparov no la hubiese tenido fácil.

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¿Cuál es la lección de todo esto? Es sencilla: la democracia no parece ser finalmente tan buen mecanismo porque para tomar una buena decisión hay que saber, hay que estar informado. Y esto, por ejemplo, en las elecciones políticas en nuestro país, los partidos políticos apuestan a la ignorancia, a no dar información pero sí despensas, enseres domésticos, tarjetas de algún establecimiento comercial, pues así logran que la gente vote por ellos eliminando la razón y no con un voto razonado.

Si con 400 ajedrecistas se ve este fenómeno, ¿qué podemos esperar en un país donde más del 50% no sabe leer y escribir y vive en la miseria absoluta?  Creo que si vemos la partida de Kasparov en la UNAM como un experimento de la democracia, los resultados hablan por sí mismos.