El fracaso se anuncia por si solo

El encuentro López-Biden fue el de dos presidentes con similitudes, pero también con diferencias notables. El norteamericano es un mandatario débil, con escasa popularidad, agobiado por la inflación y una posible recesión, una pandemia que no se termina y un problema externo, la guerra ruso-ucraniana, que no parece importar ya gran cosa a los habitantes de su país. No importa lo que haga, no parece ser el liderazgo que necesitan los demócratas para los próximos comicios. 

Imagen: Archivo

El mexicano, en cambio, es un presidente popular, pero fracasado en todos los órdenes: educación, economía, seguridad, salud y medio ambiente, entre los rubros principales. Sabe que la dependencia de los Estados Unidos lo obliga a ponerle buena cara al máximo representante de un país al que ha acusado en numerosas ocasiones de inmiscuirse en asuntos nacionales. Al igual que su contraparte, también está agobiado por la inflación y la amenaza de recesión.  Adicionalmente, la criminalidad parece incontrolable. 

Ni Biden ni López tienen una política clara respecto a qué hacer con la relación bilateral. Digamos que el pragmatismo los guía. Seguramente para Biden nuestro país importa sobre todo en dos temas: migración y fentanilo. Para López un buen acuerdo significa más visas de trabajo (ha hablado de 600 mil), apoyo a sus proyectos estrella (Jóvenes Construyendo el Futuro y Sembrando Vida) e inversión en México. 

Biden se portó como alguien a quien le van a pedir apoyos y López como alguien que fue a solicitarlos. Sin embargo, hizo propuestas extrañas, según él para paliar la inflación, como el de duplicar el volumen de gasolina en la frontera para que los ciudadanos norteamericanos hagan lo que ya hacen: cargar sus autos de gasolina más barata. Resulta absurda y costosa la oferta pues significa que probablemente le compraremos más gasolina a Estados Unidos para subsidiarla y ofrecerla a personas de ese país. 

De todo lo demás que solicitó no arrancó ninguna promesa en firme, solamente un “paciencia”.  Biden, en cambio, podría presumir que logró que AMLO se comprometiera a invertir unos mil quinientos millones de dólares en proyectos de infraestructura fronteriza para mejorar la seguridad y, supuestamente, el comercio.

Los seguidores del presidente López celebran que “haya puesto en alto el nombre de México” como si se hubiera tratado de un evento deportivo. Es curiosa la elección de la frase, es la misma que se usa cuando la selección nacional de futbol juega como nunca, pero pierde como siempre.  “Pusieron en alto el nombre de México” huele a derrota, a cosa que no se logró. Por cierto, la actitud de Claudia Sheinbaum haciendo un reconocimiento excesivo a su jefe político no tiene comparación. Ningún morenista importante o integrante de su gabinete fue tan lejos. Cuánto ansía la candidatura.

Es difícil saber si este encuentro fue el peor entre dos mandatarios de nuestros países. Personalmente creo que los encuentros con Trump fueron peores. Y si bien no fue el peor, definitivamente fue una mala reunión. 

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Después de este resultado y ante los acontecimientos que se vienen en lo económico cabe preguntarse si López Obrador variará en algo su estrategia hacia las inversiones extranjeras y las energías limpias. Hay mucho escepticismo al respecto, pero ahora el habitante de Palacio Nacional está hablando del tema: 40 mil millones de dólares en los próximos años y parques eólicos. Si en algún momento es necesario dar garantías a la inversión nacional y extranjera es ahora cuando se cierne la amenaza de una recesión.

De los demás temas es seguro que no cambiará de idea: seguridad seguirá empeorando gracias a su concepción de que los carteles logren algo así como un punto de equilibrio; en migración, nuestro país seguirá siendo el muro de Biden, pero ahora con una frontera más equipada. 

Biden sólo cumplió, a regañadientes, con un compromiso, logró ventas (leche y fertilizantes) y el compromiso fronterizo. Por lo demás, el México de López Obrador no le despierta mucho interés. Si México cumple mínimamente, el resto puede esperar a otro presidente. 

Por su parte, AMLO planteó su visita, desde antes de su llegada, como un show político para sus seguidores en ambos lados de la frontera. Fue a pedir cosas que sabía que Biden y el Capitolio no están en posibilidad de atender, como la regularización de los migrantes mexicanos que viven sin papeles en aquel país. No llevó un paquete de propuestas viables, sino un conjunto de ideas deshilachadas y ofrecimientos extraños. Como a todo buen demagogo, le llena la boca andar diciendo que fue a plantearle al presidente norteamericano, en su cara, cosas para los más pobres, los migrantes, los centroamericanos, etc. 

Algunos analistas han señalado que López perdió una oportunidad. Es probable, pero por la situación y actitud del mandatario estadounidense es posible que, de antemano, no hubiera ninguna oportunidad de grandes acuerdos. Otras son sus preocupaciones. 

Critica por: NOSTALGIA DEL CAVIAR