Venezuela y la democracia

En Venezuela, una oposición asediada pero resistente derrotó al dictador Nicolás Maduro en las urnas. Al hacerlo, se hicieron eco de las victorias de las fuerzas democráticas en Myanmar lideradas por Aung San Suu Kyi, que obtuvo una victoria aplastante en las elecciones parlamentarias de 2020, y en Bielorrusia, donde la demócrata Svetlana Tikhanovskaya derrotó al autoritario Alexander Lukashenko ese mismo año.

Pero casi ninguna de las esperanzas de estos esfuerzos de base se ha hecho realidad: muchas fueron brutalmente aplastadas. Los dictadores han aprendido cada vez más a sofocar la sociedad civil y la democracia electoral.

Esto es claramente evidente tras las elecciones de Venezuela. En lugar de admitir la derrota, Maduro recurrió al manual del dictador. Declaró falsamente la victoria, diciendo que obtuvo el 52 por ciento de los votos frente al 43 por ciento de Edmundo González. Luego, el Consejo Nacional Electoral, que controla el régimen, se negó a publicar resultados detallados

Las democracias deben buscar nuevos métodos para traducir el poder popular en cambio.

El mundo libre necesita algo más que cumbres, comunicados de prensa y sanciones, que funcionan muy lentamente. Es hora de empezar a buscar respuestas mejores (y más efectivas): un nuevo manual de estrategia para la democracia.