La nueva doctrina nuclear rusa reduce el umbral para un ataque nuclear en respuesta a agresiones convencionales, ampliando el alcance de las posibles represalias.
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El presidente ruso, Vladimir Putin, lanzó una fuerte advertencia a Estados Unidos y sus aliados con la actualización de la doctrina nuclear de Rusia. Esta nueva política, presentada como “Los fundamentos de la política estatal en el ámbito de la disuasión nuclear”, establece que Rusia podría recurrir al uso de armas nucleares no solo en respuesta a ataques nucleares, sino también ante agresiones convencionales que pongan en peligro la soberanía o integridad territorial de Rusia o su aliado, Bielorrusia.
A diferencia de la doctrina previa, que contemplaba el uso de armas nucleares únicamente en caso de ataques nucleares o convencionales que amenazaran la existencia del Estado ruso, la nueva doctrina expande considerablemente los escenarios para el uso de armas nucleares. Ahora, cualquier agresión convencional por parte de una potencia no nuclear, respaldada por una nación nuclear, podría ser vista como una amenaza suficiente para justificar una respuesta nuclear. Además, la actualización incluye amenazas ante ataques aeroespaciales masivos, como los que implican misiles de crucero o aviones no tripulados que crucen las fronteras rusas.
Putin, quien tiene el control total sobre el arsenal nuclear de Rusia, señaló que el objetivo de esta doctrina es dejar claro a los enemigos potenciales que cualquier agresión contra Rusia o sus aliados enfrentará represalias inevitables. En este contexto, Moscú también ha comenzado a producir refugios antiaéreos móviles, capaces de protegerse no solo de amenazas militares, sino también de desastres naturales y nucleares.
El cambio en la doctrina nuclear se produce en un momento de tensión creciente entre Rusia y Occidente, especialmente después de que se especulara que el gobierno de Joe Biden permitió a Ucrania atacar el interior de Rusia con misiles estadounidenses. Putin, al aprobar formalmente la actualización de la doctrina, busca trazar una clara “línea roja” para los países occidentales.