Se trato de todo menos de unos verdaderos Oscars de cine
La Academia de las Artes y Ciencias Cinematográficas de Estados Unidos ya había dado señales que estos serían unos premios Oscar erráticos. El año pasado, la ceremonia se transformó en la menos vista desde que se mide la televisación del premio, con 10 millones de espectadores. Eso aterró a los líderes de la organización, que equiparan la visibilidad del premio con su relevancia.
Algo de cierto tiene ese razonamiento: ¿Qué tanto vale un premio si a nadie le importa que se entregue y nadie lo ve? Existe hace un tiempo un debate sobre si los Oscar deben seguir reconociendo lo mejor del cine independiente que sean películas que muy poca gente haya visto, o si deben esforzarse más en considerar películas más populares y taquilleras.
Es un debate sin duda con múltiples aristas y que está lejos de ser blanco y negro. Pero la forma en que los Oscar lo han abordado pareciera ser la peor posible, con una serie de decisiones cuestionables.
Todo derivó en que la ceremonia no sólo no fuera más corta y ágil, facilitando que el espectador se mantuviera frente a la televisión, sino que fue la entrega de Oscars más extensa en cuatro años. O sea, no sirvió para nada.
Medidas similares para atraer audiencia, como presentar el reconocimiento a la película “favorita del público” también pasaron completamente sin penas ni gloria.
UNA GRAN DISCORDIA
Ya estaba siendo una ceremonia desordenada, pero el momento que inmortalizó esta entrega de los Oscar, no tuvo nada que ver con la Academia. Al contrario, fue completamente impredecible: la agresión del actor Will Smith al comediante Chris Rock.
La noche se había caracterizado por un humor anacrónico por parte de las animadoras, donde el peak de la incomodidad lo alcanzó Regina Hall toqueteando a los actores Josh Brolin y Jason Momoa, justificando el hecho en su soltería. Pero Rock hizo gala de su permanente coqueteo con pasarse de la línea bromeando con la apariencia física de Jada Pinkett-Smith, actriz y mujer del protagonista de Hombres de Negro. Las consecuencias fueron lo que todos vieron: Smith golpeando a Rock sobre el escenario e insultándolo después desde el público.
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¿Y el cine?
Supuestamente los Oscar celebran el cine, pero la ceremonia tuvo poco de eso. Irónicamente, sus mejores momentos vinieron de las instancias que siempre estuvieron ahí: los discursos. Las sensibles palabras con las que Ariana DeBose se transformaba en la primera mujer queer y afro latina en ganar Mejor Actriz de Reparto, por Amor Sin Barreras. Troy Kotsur siendo pura emoción recibiendo la estatuilla a Mejor Actor de Reparto en lenguaje de señas. Jessica Chastain reflexionando sobre los duros años que hemos vivido cuando ganó Mejor Actriz. Dichas instancias fueron más una celebración del cine que cualquier cambio introducido por la Academia o polémica.