Suplementos alimenticios y su critica por expertos

Según la Organización de Consumidores y Usuarios, los llamados superalimentos “resultan nutricionalmente muy interesantes”, ya que, en su versión cruda, contienen una cantidad de nutrientes más concentrada que otros productos con las mismas propiedades. Lo que no quiere decir que su consumo sea indispensable para estar sano

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  • Posicionar algunos alimentos por encima de otros, induce al consumidor a sobrevalorar las propiedades de los que se sitúan en la cima, haciendo que se confíe demasiado en sus capacidades
  • Para que un superalimento sea realmente beneficioso, deberemos introducirlo en una dieta equilibrada, variada y con proporciones adecuadas, puesto que sus propiedades en ningún caso son ni milagrosas ni curativas

La opinión de los expertos: saludable pero no curativo

Baobab, açaí, chía, bayas de goji,.. Son algunos productos de los que no habíamos oído hablar hasta hace unos años y que ahora encontramos en los menús de todo restaurante moderno que se precie, ¿son tan buenos como prometen? Según la Organización de Consumidores y Usuarios (OCU), los llamados superalimentos “resultan nutricionalmente muy interesantes”, ya que, en su versión cruda, contienen una cantidad de nutrientes más concentrada que otros productos con las mismas propiedades. Sin embargo, esto no quiere decir que su consumo sea indispensable para estar sano ni que no se puedan conseguir esos beneficios consumiendo otro tipo de alimentos, digamos, más tradicionales.

Un gran ejemplo de ello lo encontramos al comparar los aportes de una ensalada de quinoa y los de un plato de lentejas con arroz. El popular cereal boliviano destaca por su elevado contenido en proteínas, vitaminas y minerales, un cóctel de nutrientes que, sin embargo, también encontraremos en la versión más tradicional de legumbres y arroz. Por otro lado, el kale, un ingrediente que se ha colado en todas las recetas de comida «healthy», es prima hermana de la berza y tiene prácticamente las mismas características, pero gracias a su nombre, se adecúa mejor a la nueva categoría de “super”.

La calidad nutricional de estos productos, por tanto, aunque no inédita, resulta incuestionable. Sin embargo, el inconveniente de que se hayan puesto de moda tan rápidamente es la falsa creencia de que consumirlos compensarán una rutina de malos hábitos. En realidad, no tendrán ningún efecto si no se introducen en la dieta de forma correcta, asegurando que ésta sea equilibrada y libre de otros alimentos muy procesados o con elevados niveles de azúcares.

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La principal crítica de los expertos hacia esta tendencia es, por tanto, la reputación que se les da públicamente y la denominación de “super” con la que nos referimos a ellos. Al posicionar algunos alimentos por encima de otros, se induce al consumidor a sobrevalorar las propiedades de los que se sitúan en la cima, haciendo que se confíe demasiado en sus capacidades.

Así, el mensaje que debe calar, es que espolvorear semillas de chía por encima de un donut de chocolate no lo convertirá en una opción más saludable. Para que un superalimento sea realmente beneficioso, deberemos introducirlo en una dieta equilibrada, variada y con proporciones adecuadas, puesto que sus propiedades en ningún caso son ni milagrosas ni curativas.