Ante un futuro lleno de cambios, es incierto decir que se va para bien o para mal del todo. Sin embargo, parece que una esperanza se puede ver a lo lejos.
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El panorama en la República comienza a aclararse. Las amenazas de rupturas y divisiones profundas están cediendo, dando paso a señales de estabilidad y calma. Los trabajos se están organizando adecuadamente y las instrucciones desde arriba son claras y ordenadas. La incertidumbre sobre futuros inciertos y promesas incumplidas se está disipando.
Un nuevo gobierno ha tomado el control del espacio político, con líderes ocupando sus lugares según las normas establecidas. Estos nuevos tiempos están cimentados en la experiencia y la preparación individual. Todos están asumiendo sus responsabilidades y funciones.
El horizonte, que parecía incierto desde diferentes perspectivas, ahora se revela como una repetición del pasado, aunque con menos beligerancia. Siempre habrá disidentes y oposiciones, pero la corriente principal ha comenzado a operar de manera autónoma.
El liderazgo superior se ha establecido con firmeza, acercándose al pueblo y declarando su atención y destino. Este núcleo de poder legítimo sabe que su posición no puede ser compartida y se enfoca en reducir desigualdades y mitigar carencias.
Se han iniciado proyectos insignia y los programas sociales no solo continuarán, sino que se añadirán otros. Aunque persisten oposiciones y desafíos, el Congreso avanza hacia un cambio de régimen necesario y urgente.
La administración necesita marcos legales adecuados para implementar sus programas. La reforma jurídica mejorará el balance de poderes, aunque ha enfrentado resistencia. Los cambios continúan a pesar de las protestas y el proceso constitucional ha completado sus etapas básicas.
La administración de la presidenta Sheinbaum se esfuerza por implementar estas modificaciones, que se habían diferido desde la administración anterior. La oposición en los medios sigue condenando estas reformas, pero el gobierno sigue adelante con su agenda.
A pesar de las críticas, la presidenta Sheinbaum sigue adelante con su visión, buscando mejorar la autonomía del cuerpo jurídico y reducir las desigualdades. Las críticas elitistas y equivocadas no detendrán el progreso de su administración.