XOLOITZCUINTLE: EL PERRO MILENARIO QUE UNE LA VIDA Y LA MUERTE EN MEXICO

De los ritos funerarios a la compañía cotidiana: el legado del xoloitzcuintle en la cultura mexicana

Foto: El Sol de León

El xoloitzcuintle, una raza canina originaria de México, tiene una historia que se remonta a miles de años, con un vínculo indisoluble a la muerte y la espiritualidad prehispánica. Investigadores como Raúl Valadez Azúa, del Laboratorio de Paleozoología de la UNAM, han dedicado décadas al estudio de esta raza, que fue considerada en tiempos antiguos como el compañero de los muertos en su viaje hacia el inframundo. Según Valadez, los primeros vestigios de estos perros datan del siglo VII y se encontraban asociados a rituales funerarios y ceremonias sagradas, debido a su capacidad para transformar la materia en descomposición y facilitar el paso de lo vivo a lo muerto.

Más allá de su función simbólica como guía espiritual, el xoloitzcuintle tiene una relación profunda con la vida cotidiana de los pueblos prehispánicos. Se les utilizaba no solo en ritos religiosos, sino también en la agricultura y, en algunos casos, como fuente de alimento. El propio Valadez explica que, a través de estudios arqueológicos, se ha descubierto que la raza se originó en el occidente de México y se dispersó por toda América, llegando hasta Sudamérica, lo que la convierte en uno de los pocos perros endémicos de la región.

En la actualidad, el xoloitzcuintle sigue siendo una figura central en la cultura mexicana, símbolo de resiliencia y supervivencia. A pesar de su aspecto peculiar, con su piel desnuda y su dentición incompleta, esta raza ha logrado adaptarse a las condiciones urbanas y se ha convertido en un símbolo nacional. Además, la raza es conocida por su calidez terapéutica, ya que su temperatura corporal superior a la humana es aprovechada desde tiempos antiguos para tratar dolencias físicas.